El pasado 14 de mayo vivimos en el patio de nuestro colegio una jornada inolvidable. La verbena solidaria de San Isidro, organizada con enorme ilusión y mucho trabajo por los profesores de Primaria, fue un éxito rotundo: por la participación, por el ambiente, por la solidaridad… y por todo lo que representa para nuestra comunidad educativa.
Aunque era la primera vez que organizábamos una verbena así, teníamos claro nuestro objetivo: crear un espacio de disfrute en familia y, al mismo tiempo, recaudar fondos para becas de comedor destinadas a los colegios de nuestra red HPM en Colombia y Venezuela. La respuesta fue tan buena que no podemos más que emocionarnos al recordarlo: vinieron muchas familias, los niños se lo pasaron en grande, y se respiró alegría y cariño en cada rincón del patio. La mejor prueba de ello es que conseguimos recaudar nada menos que 733,90 euros, que irán íntegros para apoyar esta causa solidaria.
Desde primera hora de la tarde, se notaba que iba a ser un día especial. El patio se llenó de mantones, claveles, farolillos, chulapos y chulapas, muchos de ellos gracias al trabajo previo de los alumnos, que elaboraron dibujos, decoraciones y carteles con esmero. Pero también tuvimos la suerte de contar con la colaboración inestimable de Elena, una antigua profesora que, ya jubilada, sigue vinculada al colegio como voluntaria. Ella preparó con mimo una decoración preciosa de mantones que dio un toque castizo y entrañable al ambiente. ¡Gracias, Elena!
También queremos dar las gracias de corazón a Eva (excompañera), a Mari Mar (nuestra secretaria), y a las cuidadoras del comedor Gema, Magda y Eva, que se quedaron con nosotros ayudando a que todo saliera bien. Su generosidad y su implicación hicieron posible que pudiéramos disfrutar sin preocupaciones. Y por supuesto, a todas nuestras compañeras TSIS, que son parte fundamental de nuestra comunidad y que aportaron, como siempre, atención, apoyo y alegría.
Queremos mencionar también a las profesoras de la etapa de Infantil, que nos ayudaron en los preparativos durante los días previos, aunque no pudieron acompañarnos en el momento de la verbena. Su colaboración fue importante para que todo saliera tan bien.
El snack bar funcionó de maravilla: vendimos casi todo lo que preparamos, y lo hicimos sin agobios, en un ambiente de respeto, orden y paciencia. Las familias se mostraron en todo momento colaboradoras, comprensivas y muy solidarias. Muchas, incluso, dejaban el cambio como donativo o compraban algo para niños que estaban solos en ese momento, mostrando una sensibilidad y una generosidad que nos conmovieron. Pequeños gestos que hablan muy alto del tipo de barrio en el que vivimos.
Porque sí, vivimos en un barrio de gente cercana, de familias que se conocen, que se apoyan, que se emocionan juntas. Lo que vivimos en esta verbena no es fruto de la casualidad, sino del vínculo real que compartimos: somos una familia. Una familia que educa en valores, que enseña con el ejemplo, que celebra desde el corazón. Una familia que sigue creyendo que merece la pena formar personas buenas, alegres, solidarias, comprometidas con los demás. Valores cristianos, sí. Valores HPM, sin duda.
Y cómo no hablar del bingo, que fue todo un espectáculo. Hubo dos turnos: el bingo amarillo y el bingo verde, con premios generosamente donados por empresas del barrio y cercanas al colegio. Familias enteras se reunieron con sus cartones, expectantes, ilusionadas, riendo con cada número. Participaron los pequeños y los mayores, y también nos visitaron algunos profesores de cursos superiores, que no quisieron perderse la tarde con nosotros. Fue entrañable ver cómo el juego se convertía en excusa para estar juntos, compartir y crear recuerdos.
Y mientras tanto… música, baile y mucha vida. Sonaron chotis, canciones actuales, algo de sevillanas e incluso temas que ya no suenan tanto… ¡pero que todos seguimos bailando! Madres, padres, abuelas, profes, niños… ¡todos bailando juntos! Una imagen que se queda grabada en el corazón. Una imagen que resume bien el espíritu del día: alegría compartida, complicidad, comunidad.
Queremos, sobre todo, agradecer a todas las familias. De verdad, gracias. Por venir, por participar, por confiar. Por preparar a vuestros hijos con sus trajes castizos, por ayudar en casa con los dibujos, por colaborar con una sonrisa. Por apoyar con vuestra presencia y también con vuestras acciones más pequeñas, que son las que sostienen lo verdaderamente grande. Sin vosotros, nada de esto habría sido posible.
Y por supuesto, queremos también reconocer el enorme esfuerzo de todos los profesores de Primaria, que llevábamos semanas preparando todo con mimo, cuidando cada detalle, planificando tareas, coordinándonos. Ha sido un trabajo tremendo, pero compartido. Nos hemos entendido, nos hemos ayudado y, sobre todo, lo hemos hecho con ilusión. Porque sabíamos que estábamos sembrando algo importante.
Una mención especial también para los niños y niñas de nuestros colegios en Colombia y Venezuela. Sabemos que nos sienten cerca, que agradecen cada gesto y que confían en nuestra ayuda. A veces no lo vemos, pero nuestras pequeñas acciones tienen eco lejos de aquí. Un refresco, un cartón de bingo, una rosquilla… se convierten en un plato de comida caliente en otra parte del mundo. Y eso es precioso.
Gracias por hacer posible esta verbena. Gracias por demostrar que la solidaridad puede celebrarse, que el compromiso puede ser alegre, y que el corazón castizo de Madrid late fuerte en cada gesto de generosidad.
Hasta la próxima, porque seguro que la habrá.
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